En marzo comienza la trama conspirativa, reuniones a donde asisten el exjefe del Ejército, Juan José Zúñiga, excomandante de la Armada Boliviana, Vicealmirante Juan Arnez Salvador, el general del servicio pasivo, Tomás Peña y Lillo Tellería, Aníbal Aguilar, el general José Agreda Mendívil, Ramiro Eduardo Calderón de la Riva y otros.
Entre el 14 de abril y el 18 de mayo se realizaron cursos especializados en las Fuerzas Armadas, entre ellos Curso de Operaciones Urbanas, que tenía como base de formación el manual Doctrina de operaciones urbanas, que tenía el objetivo de realizar la toma de la plaza Murillo, baja de civiles y otros.
El 6 de junio, el general Zúñiga instruyó hacer un seguimiento a los jefes policiales y civiles, entre ellos del general Álvarez, general Russo, del comandante de la UTOP en el tiempo de 10 días.
El 16 de junio elaboran el Plan Boquerón que tenía el objetivo de ejecutar operaciones de seguridad y defensa de instalaciones públicas.
El 23 de junio vehículos militares RIM-8 se desplazan del regimiento Ayacucho (Achacachi) y del Regimiento de Caballería Blindados 2 Tarapacá y llegan al cuartel de Miraflores entre las 01.30 y las 02.00 de la madrugada.
El 24 de junio, el general Zúñiga comparte un desayuno con los tripulantes de los dos regimientos blindados, jefes de inteligencia, operaciones, logística, planificación, ciberdefensa, doctrina y otros. Zúñiga habla de defender los recursos naturales, identificar a la antipatria y otros.
El 25 de junio, el general Zúñiga vuelve a compartir un desayuno con 42 efectivos militares, entre ellos el comandante de RIM-8 Achacachi y el comandante RC-2 Coro Coro, quienes movilizaron las tanquetas rumbo al cuartel de Miraflores.
Ese mismo día, Zúñiga se reúne con el Estado Mayor del Ejército en instalaciones del Comando General del Ejército. Se guarda en reserva los nombres de quienes participaron en la reunión y otros pormenores de la cita.
Ese mismo día, tres vehículos Iveco ingresan al Estado Mayor del Ejército con un contingente de policías militares que llegaron a 150. Todos tenían misiones específicas que debían desarrollar en el golpe de Estado.
La segunda fase, ejecución del plan golpista
El 26 de junio, en horas de la mañana, Zúñiga participa de un acto denominado cambio de armas de inteligencia del ejército boliviano en instalaciones del Estado Mayor. Zúñiga da un discurso donde ataca al Gobierno nacional y al sistema democrático. “La Patria ha sido capturado por vándalos que solo quieren hacer negocios”, “por vándalos que quieren dividirnos a los bolivianos” y otras frases.
Terminado el cambio de armas, Zúñiga se reunió con el mayor Leonel Elio Sanjinés, con el mayor Waldir Mamani Hidalgo y el mayor Miguel Fernando Iriarte Sandoval y les pide que lo acompañen a la plaza Murillo.
A las 11 de la mañana se realizó una reunión denominada Junta de los Seis donde participaron los generales Ramiro Eduardo Calderón, Tomás Hector Peña y Lillo, José Antonio Ágreda, Juan Arnez Salvador, Marcelo Javier Zegarra, Juan Mario Paulsen; el coronel Raúl Barbery Muiba y el civil Aníbal Aguilar, donde planificaron los últimos detalles del golpe de Estado que ya estaba en marcha, cuyo objetivo principal era destituir al presidente Luis Arce Catacora.
En la reunión de la junta de los seis generales se hace conocer parte del Gabinete que estaba conformado por el general de servicio pasivo, Tomás Hector Peña y Lillo, ministro de Defensa; el general Ramiro Eduardo Calderón, ministro de la Presidencia: y presidente del Estado, genral Juan José Zúñiga.
De forma paralela en la ciudad de Cochabamba, el mayor Vladimir Lupa Salamanca, comandante del grupo de élite F10, pone en marcha plan para trasladar a efectivos a la ciudad de La Paz, de los cuales cinco arribaron a la sede de gobierno fuertemente armados. A las 14:00 ya se encontraban en el Estado Mayor.
Desde las 14:30 tanquetas blindadas y tropas militares se posicionan en la plaza Murillo, de la ciudad de La Paz, centro del poder político boliviano.
A la fecha, hay 22 personas aprehendidas, civiles y militares, por su implicación en el hecho. 10 militares fueron enviados a distintas cárceles, 12 tienen medidas sustitutivas, hay un aprehendido y otra presta declaraciones en la Fiscalía.
De esta manera, cada día que pasa van apareciendo más pruebas de la participación de altos exjefes militares, militares del servicio pasivo y civiles en el golpe de Estado fallido que fue encabezado por el general Juan José Zúñiga.
Atrás va quedando la narrativa instalada por la nueva y vieja derecha y algunos medios de comunicación de que todo fue un autogolpe. Hay preguntas elementales que desbaratan la teoría de un autogolpe y hechos certeros que no dejan margen a dudas de que fue una asonada militar que pretendió acortar el mandato presidencial de Luis Arce Catacora.