La negativa sin fundamento del comité cívico al diálogo y la suma de convulsiones que acompañan al paro cívico cruceño desde occidente en la ciudad de La Paz rememoran en la memoria colectiva los hechos previos al golpe de estado en 2019 con los mismos actores políticos.
Casualmente la dirigencia troskista paceña con actitudes violentas busco la represión policial intencionalmente para movilizar a sus bases a costa de su libertad el mismo día que comenzó el paro cívico desatando un paro escolar indefinido.
Así también los cooperativistas mineros bloquearon las mil esquinas de la ciudad de La Paz con amenazas de sumarse a las exigencias del comité cívico cruceño no es de extrañar que en 2019 “Camacho acordó con un dirigente ‘tumbar a Morales’ según sus propias palabras; tenía 6.000 mineros”, según un titular del matutino paceño La Razón, ““Ya tenía 6.000 mineros llenos de dinamita para entrar y sacar a Evo Morales”, se le escucha contar.”, refería el medio.
Según este patrón solo resta observar el papel de los mal llamados CONADEs cuya lucha solo empoderó a un gobierno de facto que nos robó en plena pandemia y cuyas máximas autoridades están presos con delitos confesos como el caso del ex ministro de Gobierno Arturo Murillo. Aún pese a las promesas de lucha y rechazo a un nuevo golpe lo cierto es que el MAS como partido oficialista se encuentra luchando más que nunca interna como externamente para evitar ese golpe que aún cala en la memoria de todos los bolivianos.
